viernes, 20 de mayo de 2011

“El Amor de Cristo nos Constriñe”…

“¿Cómo, pues, voy a cometer  un mal tan grande, y pecar contra  Dios?”...
“Ah mi querido hermano. ¡Ojalá sea este siempre el sentir de mi corazón renovado!
“Las palabras de José, ante la tentación y el pecado que lo asediaban, demuestran el ‘amor a Dios’ que debe sentir todo hombre en lo profundo de su corazón y sus entrañas…
¡Este es el ‘amor verdadero’!
“Un amor que no tiene su origen en el ‘temor’…
“Un amor que tiene su fuente en ‘un corazón reformado y obediente’…
“Un amor ‘puro y cristalino’, que brota del agradecimiento por  la fidelidad del Señor, en socorrer siempre a los que en  Él se refugian, y en Él esperan…
“Siempre estuve preguntándome por que los hombres se aproximan a Cristo Jesús ‘cargados  de miedo’. Obran e intentan ser ‘agradables en la carne’, y hasta se ‘jactan en sí mismos’, por mantenerse ‘libres de culpa y de pecado’, y cuando discernimos sus verdaderas intenciones, todas ellas, revelan un ‘profundo miedo’… Ya sea al Juicio Final, al Demonio, al Castigo Eterno…
“¡El que obra por temor, no ha sido hecho perfecto en amor de Cristo!”
“Yo no me acerque a Dios movido por el miedo a estas cosas.
“Mejor aún: ‘El Señor se acercó a mi, movido nada que por su amor y su misericordia infinitas, para rescatarme de la muerte y apartarme de mis errores’.
“¿Y cómo agradeceré yo a Dios por amarme así? ¿Será acaso obrando, de ahora en más, motivado por el temor?
¡No!
“Como dice el Apóstol Pablo: ‘El Amor de Cristo nos “Constriñe”…  a vivir para Él…’
“Por lo tanto, quiero sentir ese ‘amor vivo’ en mi corazón todos los días. Para recordarme, cuando me encuentre atribulado y bajo tentación y prueba,  que el Sufrimiento  de Cristo Jesús, que se entregó por mí, y que pagó por mi error en un madero de tormento, fue una obra de Amor Suprema.
“Y esto es lo que nuestro Dios y Señor quiere que veamos: “Su amor hacia nosotros, en el Sacrificio de su Hijo Amado”…
“Que los Santos obren siempre movidos por amor a Cristo, es la mejor paga y el mejor servicio que pueden rendirle a Dios, todos los que lo aman y en él confían.
Amén.

F.D.A.P

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