Encontrará abundante paz para su alma y mucha salud para su cargado espíritu todo hombre que deje de pensar tan amablemente de sí mismo…
Cuando cesen sus pensamientos soberbios…
Cuando termine agotada su tan pretendida autosuficiencia…
Cuando agobiado y cercado por todas partes caiga derrotado…
Cuando vencido por sus pecados entienda que nunca pudo cumplir aquello que se le demandaba…
Cuando entienda de una vez por todas que ni en sus mejores días pudo haberse vanagloriado del más mínimo logro u obediencia…
Cuando sepa que la esperanza verdadera y bien fundamentada están Sólo en Aquél que Sí cumplió todo lo que exigía la justicia y la espiritualidad de la ley: ¡Jesucristo!
No encontrará paz jamás ningún hombre que piense que es aceptado por sus oraciones, ayunos, diezmos y demás sacrificios…
Nada cuenta para Dios, sino el estar aferrados a Cristo Jesús.
Nada podemos hacer sin Aquél que logró devolver a la vida a los que estaban muertos en delitos y pecados…
¡Sólo en Cristo somos aceptados!
¡Sólo en Cristo tenemos salvación!
¡Fuera de Él nada existe ni es!
¡Fuera de Él no hay sino desespero y obras propias que no conducen a nada!
¿Eximimos a los Hombres de sus responsabilidades? ¿Los incentivamos a una vida licenciosa?
¡Jamás suceda eso!
Nada más que cesen las alabanzas propias y las obras propias de hombres hinchados de un vano orgullo y presunción inicuas…
¡Qué sea proclamado Cristo!
¡Qué se declare que Toda esperanza de todos los hombres descansa solo en Él, en Su obra, en Su sacrificio, en Su amor, y en Su sola voluntad!
Amén.
Fernando acuña.
Cuando cesen sus pensamientos soberbios…
Cuando termine agotada su tan pretendida autosuficiencia…
Cuando agobiado y cercado por todas partes caiga derrotado…
Cuando vencido por sus pecados entienda que nunca pudo cumplir aquello que se le demandaba…
Cuando entienda de una vez por todas que ni en sus mejores días pudo haberse vanagloriado del más mínimo logro u obediencia…
Cuando sepa que la esperanza verdadera y bien fundamentada están Sólo en Aquél que Sí cumplió todo lo que exigía la justicia y la espiritualidad de la ley: ¡Jesucristo!
No encontrará paz jamás ningún hombre que piense que es aceptado por sus oraciones, ayunos, diezmos y demás sacrificios…
Nada cuenta para Dios, sino el estar aferrados a Cristo Jesús.
Nada podemos hacer sin Aquél que logró devolver a la vida a los que estaban muertos en delitos y pecados…
¡Sólo en Cristo somos aceptados!
¡Sólo en Cristo tenemos salvación!
¡Fuera de Él nada existe ni es!
¡Fuera de Él no hay sino desespero y obras propias que no conducen a nada!
¿Eximimos a los Hombres de sus responsabilidades? ¿Los incentivamos a una vida licenciosa?
¡Jamás suceda eso!
Nada más que cesen las alabanzas propias y las obras propias de hombres hinchados de un vano orgullo y presunción inicuas…
¡Qué sea proclamado Cristo!
¡Qué se declare que Toda esperanza de todos los hombres descansa solo en Él, en Su obra, en Su sacrificio, en Su amor, y en Su sola voluntad!
Amén.
Fernando acuña.