“Atiéndame un momento hermanos, ustedes, que aman al Señor y aguardan su misericordia: ‘No desistan en la hora de la prueba’.
“Mantengan firme sus corazones y sean constantes en el temor del Señor.
“Muchas cosas fueron escritas y dichas sobre las pruebas que tienen que soportar los que aman a Jesús, más, sólo los que en el momento oportuno las viven comprenden la magnitud del combate.
“Hermanos tengan presente siempre delante de ustedes el testimonio de la palabra de Dios, léanla y mediten constantemente en ella todos los días. Que resulte ser la palabra de Dios la lámpara que alumbre sus caminos. Oren a todo tiempo, recuerden las palabras de los santos apóstoles y profetas del altísimo. Pues ellos nos legaron su testimonio, no sólo escrito, sino con el ejemplo de sus propias vidas: ‘padecieron persecución, hambre, frío, infinidad de tristezas y aflicciones, además, casi todos ellos fueron brutalmente muertos a espada’…
“El Señor Jesús es tierno y misericordioso, él fue sometido a tribulaciones peores que las nuestras: ‘Insultos, humillaciones, el dolor y la angustia de ver a los hijos del Padre Divino en un estado tan deplorable, sumergidos en tan bajas pasiones, ignorantes, ciegos, carentes del verdadero conocimiento de Dios, sufrió también una muerte ultrajante’… ¡En un madero de tormento, suplicio designado para los peores reos y criminales!
¡Más ha sido levantado de entre los muertos y vive para siempre jamás!
“Él mismo sabía que ese era su destino. Pues descendió del seno del mismísimo Padre Celestial, y sabía a lo que venía, y cuál era su misión: ‘Salvar a los hijos elegidos del Padre’.
¡Vean pues, la constancia y la perseverancia de nuestro Señor!
¡Sabiendo lo que le sucedería lo soportó todo por nosotros!
“Mas el hombre es débil y muy miserable… En vistas de eso, todos los días, a Cristo Jesús, le pido con oración y ruego que me fortalezca, que me proteja, que me de valor y coraje…
“Esto lo escribo para todos los que se encuentran atribulados y afligidos, para todos aquellos que están aguantando con paciencia muchas vicisitudes. Es difícil hermanos, yo mismo lo sé… aférrense a Cristo Jesús y humíllense ante él. Ciertamente el Señor nos ayudará.
“Caigamos pues, en las manos de Jehová y no en las manos de los hombres, porque así como es su grandeza es también su misericordia”. Amén y Amén.
F.D.A.P.
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