"Día a día, el creyente verdadero se enfrenta a una continua y permanente batalla: 'el nuevo hombre contra el viejo hombre'...
"Entendemos por 'nuevo hombre' lo que vinimos a ser cuando Cristo llegó a nuestras vidas, transformándolas, sin que siquiera preguntáramos por Él. Entendemos por 'viejo hombre' todo lo que éramos antes de conocer a Cristo, mejor dicho, antes de ser conocidos por Él, ya que movido sólo por su gracia y su amor, vino a 'salvarnos de nuestros pecados'.
"Veo, siento y sufro, día a día hermanos esta batalla en mí. Es como si existieran 'dos personas' en mi ser: Uno que desea hacer lo bueno, lo correcto, que desea y se dispone de todo corazón agradar a Dios; y otro que sólo 'piensa' conforme a su egoísmo, que siente y quiere enemistad para con todo el mundo, que persigue el placer de las cosas sensuales del cuerpo, la carne, que sólo piensa en sí mismo, que está siempre desconforme con todo, piensa negativamente acerca de todo y siente deleite y complacencia en la alabanza de sí mismo...
"Este 'viejo hombre' con todos sus defectos y su mochila de sublevaciones 'era yo', antes de que Jesucristo viniera a mi vida para salvarme de mi 'estado de muerte y desolación'.
"No es de extrañar, pues, que durante siglos gran parte de los hombres que no comprendieron estas realidades espirituales, cayeran en aberrantes herejías, afirmando que realmente el hombre encontraba en sí mismo una 'dualidad' insalvable y que ello era 'culpa' de un 'Dios malo' que había creado la materia, la ley, el mundo físico, y que sus 'deseos buenos' eran obra de un 'Dios bueno' que nada tenia que ver con la materia, es decir, la carne, el mundo.
"Pero esto no es así hermanos. Soy Yo, no existen 'dos personas', lo que sí hay ahora, es un 'Nuevo Hombre' creado según la Imagen de Cristo, que anhela la santidad y la busca en la imitación de la vida de Jesús, con 'el poder que me fue dado' en el mismo momento en que recibí el Espíritu de Cristo al momento de aceptarlo como el Salvador de mi vida.
"Por eso, hay que entender, discernir, cuál es la verdadera batalla, cuáles son nuestros grandes enemigos y cuáles son las realidades y verdades espirituales que encierra la comprensión de estos conflictos espirituales.
"Hermanos: Cristo vino en forma de hombre, se hizo partícipe de carne y sangre, más 'triunfó por el poder de Espíritu', no se halló en Él pecado, pues era el Hijo de Dios mismo, y su misión era exterminar el pecado y el error. Cristo 'no estaba dividido', Él no sentía que tuviera 'dos naturalezas distintas' dentro de Él. Él obedecía a Dios haciendo su voluntad y triunfando por el Espíritu en todas las cosas.
"Lo que si debemos entender es que nosotros somos 'hombres pecadores', cuando estamos lejos de Dios solo tenemos en nuestro haber pecado y estamos en absoluta oscuridad, estamos muertos.
"El hombre debe reconocer que es un ser caído, que ha desobedecido a Dios y que por su misma desobediencia está excluido de la gloria de Dios. A menos que se arrepienta y acepte a Cristo como su salvador, el hombre natural, por 'más bueno' que nos quieran presentarlo, está muerto en delitos y pecados y no logra alcanzar la santidad de Dios, no puede estar en su presencia y sus obras no cuentan ni tienen méritos delante del Señor.
"Lo que vemos en nosotros, ahora, que hemos aceptado a Cristo en nuestras vidas, es la batalla de una 'Nueva Vida', un 'Nuevo hombre', que 'Nació' que por la voluntad y el poder del Espíritu de Dios, en contra de nuestra 'Vieja forma de vida', nuestro 'Viejo hombre', 'Nuestra carne', la suma de todos aquellos pensamientos y actos pecaminosos que teníamos antes de conocer a Cristo y el Poder de su Resurrección.
"Entendamos hermanos que sólo progresaremos en nuestra vida cristiana, viviendo de una forma digna al llamamiento que hemos recibido, si 'Crecemos' y nos hacemos poderosos día a día en el poder y la potencia de Espíritu de Cristo que actúa con poder en nosotros. Al discernir con claridad estas realidades espirituales, arrojamos más luz sobre nuestro camino y entendemos mejor a que fuimos llamados por Cristo y no nos desanimamos ni perdamos la alegría ni el gozo cristiano en nuestras vidas. Acordémonos hermanos que no tenemos un 'Sumo Sacerdote' que no pueda condolerse de nuestras debilidades, sino que tenemos a Cristo Jesús a la Diestra de Dios que fue probado en todo como nosotros, más no cometió pecado. Además, desechemos las acusaciones de nuestros enemigos, no defendiéndonos a nosotros mismos, sino encargando nuestra defensa a nuestro Abogado en los cielos, a Cristo Jesús, que está sentado a la diestra de Dios, que nos defiende, consuela, fortalece, enriquece, vivifica y enseña, conforme a sus grandes misericordias y a su infinito amor por nosotros. Que Dios el Padre y Cristo Jesús nuestro Señor, los bendigan hermanos. Un saludo fraternal a toda la congregación de creyentes verdaderos, que aman a Cristo y a todos sus hijos dónde quiera que se encuentren. Amén
F.D.A.P
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