miércoles, 19 de septiembre de 2012

"Un espíritu contrito y humillado no despreciarás Tú, oh Dios mío"

"El pecado es como un lazo que atrapa el corazón...
"En el momento en que creemos que somos fuertes nos envuelve la cuerda que nos sofoca y nos estrangula...
"¡Oh qué gran yugo! ¡Oh qué peso y que carga!
"Y no podemos obviar nuestra propia responsabilidad... 
"Sí, 'mi pecado está siempre delante de mí', dice David en su salmo.... 'no ha estado escondida de ti mi propia culpabilidad', también agrega...
"¿Oh, Dios mío, que haré? ¡He pecado contra ti Señor, ten Misericordia de mí! 
"Por sobre todas las cosas  líbrame de este lazo con el que Yo me he dejado enlazar... Sí, yo mismo... "¡No está oculta de ti mi propia culpabilidad!".
"No solo te pido en estas líneas que me perdones Señor, en el Santo nombre de Jesucristo, sino que me libres del Pecado que me asedia y me enreda...
"Para que no resulte ser yo uno que desea ser heraldo de otros, más que es reprobado en sí mismo... ¡Tú no compartes tu santo Espíritu con los tales!... 
"Te ofrezco señor, en el nombre Poderoso y Santo de Jesucristo, mi contrito corazón y mi espíritu aplastado por el peso mi impiedad, y te ruego que tengas misericordia de mi. ¡Un espíritu contrito y aplastado no despreciarás Tú, oh Dios mío! 
"¡Qué tremenda lucha tenemos a diario queridos hermanos! 
"Si Cristo no perseverara en sostenerme, ya habría caído hace mucho tiempo...
"No soy Yo el que persevera en la Fe y en la Palabra de Dios, ¡es Cristo el que Persevera en mí!
"Él es quién me sostiene en su palabra. En esto compruebo el amor incondicional de Dios en Cristo Jesús por nosotros, con el ejemplo de mí mismo y de mis propias experiencias, en aquellas palabras que brillan como el sol en la oscuridad: "De los que me has dado no he perdido a ninguno"...
"¡Gracias Señor mío y Dios mío por amarme con un amor tan grande, a la vez que inmerecido! 
"Hermanos: es Cristo el que persevera en nosotros, Él es quién nos lleva sobre sí mismo cada día.
Si bien lo entienden y saben mirarse a sí mismos, entonces comprenderán que somos deudores eternos de Dios y de Cristo, pues no tenemos nada de que alabarnos, sino muchísimas cosas por las que tenernos por miserables y desgraciados. Y este sentir mío no me quita mi gozo diario en la vida cristiana, sino más bien me hace ver que debo gloriarme en mis debilidades, no para seguir viviendo en ellas, sino para probar el Poder de Cristo cada vez que Él me ayuda y me saca del abismo de mi propio corazón.
"Que Dios nos bendiga salvándonos de todos los poderes del infierno y a la vez de nosotros mismos y de la maldad que aún albergamos en nuestros corazones. En el nombre de Jesús. Amén y Amén.

F.D.A.P.

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