“Reza la historia de un hombre que, de rodillas, a Cristo le rogaba: Señor, Justifícame; mas en lo profundo de su corazón decía: Mas No ahora….
Señor Santifícame; mas en lo profundo de su corazón decía: Mas No ahora….
Señor Glorifícame a tu lado, en tu reino; mas en lo profundo de su corazón decía: Mas No ahora….
“Déjame Señor por ahora, vivir aún un ratito más en mis propios caminos; seguir la voluntad de mi propio corazón; andar en pos de mis propios deseos y pensamientos….
¡Déjame Señor por ahora!
“Te llamaré otra vez, en una ocasión más propicia….”
“¡Ay hombre! ¿Que clase de oración es esta? ¿Crees que el Señor escuchará tu plegaria? ¿Atenderá tu pedido?
“En verdad no sabes lo que pides….
“Porque el Señor conoce las profundidades del corazón del hombre, y es capaz de discernir la intención del espíritu. Por eso no te escuchará, porque el no entrega su espíritu y su bendición por medida….
“Verdaderamente el Señor No te conoce, ni tu le perteneces.
“Porque a los que de antemano conoció, a estos predestinó para que fueran hechos a imagen de su Santo Hijo; y a los que predestinó, también los llamó; y a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó.
“Dios conoce la intención de los corazones de muchos hombres que le ruegan de esta manera….
“En el fondo no quieren dejar atrás sus malos caminos, ni abandonar todos sus pecados….
En su corazón dicen: “Déjame disfrutar aún de algunas copas más; en el final ciertamente vendré a ti, y te entregaré mi corazón….”
“Ay hombre, ciertamente desconoces las palabras del Altísimo; porque viendo No ves, ni oyendo Escuchas: “Entonces el Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que, con su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio. Cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes. Las necias, en efecto, al tomar sus lámparas, no se proveyeron de aceite; las prudentes, en cambio, junto con sus lámparas tomaron aceite en las alcuzas. Como el novio tardara, se adormilaron todas y se durmieron. Mas a media noche se oyó un grito: "¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!" Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: "Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se apagan." Pero las prudentes replicaron: "No, no sea que no alcance para nosotras y para vosotras; es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo compréis." Mientras iban a comprarlo, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de boda, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras vírgenes diciendo: "¡Señor, señor, ábrenos!" Pero él respondió: "En verdad os digo que no os conozco."Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora".
“Hermano: Ni tú ni yo sabemos ni el día ni la hora. Por lo tanto desecha este sentir en tu corazón.
Recuerda: “Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestro corazón….”
¡Conviértete ya a Jesús! Amén.
F.D.A.P
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